Bueno, dejo una nueva Pastilla, la séptima hasta el momento y la única serie que ha sobrevivido.
Estos cuadritos suelo hacerlos con tinta china y plumín, pero me quedé sin lo primero: producto del tiempo que no los usé, más los calores que ha hecho en este lado del mundo, se secaron los dos tarritos que me quedaban. Así que entinté con una microfibra bastaaaante pedorra y el resultado no es lo que merecia ser; las líneas tienen menos expresividad que la mierda (bueno, con tinta china tampoco me quedan líneas muy expresivas que digamos; me parece que es más por el entintador que por el material en sí, pero echémosle la culpa a la microfibra).
Estos cuadritos suelo hacerlos con tinta china y plumín, pero me quedé sin lo primero: producto del tiempo que no los usé, más los calores que ha hecho en este lado del mundo, se secaron los dos tarritos que me quedaban. Así que entinté con una microfibra bastaaaante pedorra y el resultado no es lo que merecia ser; las líneas tienen menos expresividad que la mierda (bueno, con tinta china tampoco me quedan líneas muy expresivas que digamos; me parece que es más por el entintador que por el material en sí, pero echémosle la culpa a la microfibra).
Las frasecitas del cuadro son una transcripción medio libre de parte de unos poemas de García Lorca y Jean Arp. Y la muchacha retratada existe de verdá verdadera, pero el dibujo no le hace ni un poquito de justicia (posta): en la vida real es muchísimo más linda, no tiene la cara como si se tratase de un globo de cumpleaños, su nariz no es una toronja, no tiene rastas y su sonrisa es la cosa más bella e hipnótica que uno puede ver en el mundo (en algún momento voy a rehacer el dibujo, porque, de verdad, no le hace un céntimo de honor). Cecilia Rocío, su nombre. Trotskista, ella. Una trotkista no dogmática con la que da gusto hablar y discutir. Cineasta, también. O casi. Admiradora de Kaurismaki, Bergman, Godard, Bresson y de la nouvelle vague (y sus derivaciones) en general. Una muchacha de una sensibilidad y una dulzura increíbles y de una fuerza apabullante; de esas personas que lo transportan a uno a otros mundos y le hacen valorar lo bueno de la vida y lo que tiene. De esas personas que a uno le hacen disfrutar hasta las cosas tan simples como tomar un café o despertarse por la mañana. Si tuviese que describirla en una sola línea, diría exactamente esto: de aquellas personas que cuando faltan es como si faltase hasta el aire.
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