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martes, 10 de agosto de 2010

Fin de fiesta

Hace algunas semanas, discutiendo las constantes del pensamiento americano y occidental, un compañero de militancia recordaba que la principal obsesión de Occidente es la muerte; por eso los avances en las ciencias médicas, el intento de alargar la vida y evitar la muerte. Cuestiones que exceden al natural miedo a morir y al instinto de supervivencia (mediatizado por la cultura, claro está); porque si, en principio, tal miedo se circunscribía a la muerte física, muy pronto ese mismo miedo se extendió a otros ámbitos, como el amor, la economía, las relaciones sociales, la vida en sí misma. Sin embargo, deberíamos decir que, desde algún punto de la modernidad a esta parte, la principal obsesión de Occidente pasó a ser la enfermedad, el sufrimiento. Todos los adelantos en ciencias (médicas o no) no se dirigen ya a evitar la muerte, porque es reconocida su inevitabilidad, sino a hacer placentera la vida, a evitar cualquier tipo de sufrimiento. Y aún más, sabiendo que vamos a morir, queremos hacerlo sin dolor y lo más rápidamente posible. Los casos paradigmáticos son el suicidio y la eutanasia activa, pues a ellas concurre la muerte rápida e indolora, para evitar el sufrimiento incluso ante la muerte.
Este tema, en particular la muerte voluntaria, supo preocuparme por razones que no vienen al caso y siempre me ha parecido inaccesible. ¿Por qué? ¿De dónde? ¿Cómo? Si es que el principal miedo era a morir. Allí estaba la respuesta (o parte de la respuesta): el temor por la muerte había sido desplazado por el temor al sufrimiento. Sin embargo, hasta en cuestiones como estas se constata que nos hayamos mentalmente colonizados por el pensamiento europeo, puesto que en el pensamiento americano, el de la América profunda, la relación con la muerte y el sufrimiento es menos traumática: desde esta perspectiva, ambos son resignificados. Y con esto no se quiere significar las bondades del dolor, el sufrimiento o la muerte, ni mucho menos la resignación cristiana ante ellos, sino su inevitabilidad, puesto que forman parte del todo. La obsesión occidental por dominar la naturaleza y determinar la realidad se pierde en la misma marea de los hechos, generando nuevos trastornos por esa misma imposibilidad.
Esto, quizás, merecería un posteo más extenso en Va fangulo, pero quería darle un marco a la historieta que sigue a continuación. Historieta que data de unos cinco o seis años más o menos y que tiene notoriamente una estructura menos filosófica de la que le imprimo ahora.
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1 Comentario:

  1. Que clima le diste con ese sombreado...

    Te tiro una frase!


    "La muerte, temida como el mas horrible de los males, no es en realidad nada, pues mientras nosotros somos, la muerte no es y cuando esta llega, nosotros no somos"


    SaludazooO!

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